Cuando ya no me necesite
- Carlos L. Ríos
- hace 2 días
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Ninguno sabíamos adónde llevaba esa escalera. Y, en realidad, tampoco importaba.
El primer escalón lo bajamos jugando, con esas risas cómplices, despreocupadas, que solo tienen quienes aún no conocen la urgencia. La acompañaba en cada salto, sintiendo cómo el mundo se le abría sin miedo. En el segundo, inventó historias en voz baja. De dragones, de trenes que nunca llegaban, de madres que esperaban sin preguntar. Yo escuchaba. Siempre lo hacía. Y, aunque no pudiera responderle, sentía que en cada cuento ella me hablaba a mí.
El tercero fue distinto. Se detuvo. No por miedo, no del todo. Era diferente. Como si la añoranza la retuviese. Quizás una duda. Tal vez un recuerdo. O una difusa despedida. Algo que dolía sin doler, que se quedaba pegado a los talones.

El tiempo jugaba con su cabello, y yo intentaba abrazar sus hombros, como tantas veces. Pero ya no se dejaba tan fácilmente. Ya no necesitaba tanto refugio. Caminaba más recta, más sola. Aún arropándola, sentía que empezaba a soltarme, un poco más con cada paso.
No la llamé. No la detuve. Las voces que antes la guiaban habían aprendido a callarse. Y ella… ella había empezado a escucharse a sí misma. Esa música nueva que nace cuando uno por fin empieza a ser.
Fue entonces que lo supe.
Que ya no le serviría mucho más. Que muy pronto me dejaría atrás, tal vez apolillado, doblado en el rincón de un armario, o esperando en algún escalón. Me convertiría en memoria. En ese abrigo rojo de su infancia. En ese recuerdo que llega cuando el frío sorprende y uno piensa: "Antes había algo que me abrigaba mejor."
Y eso estaba bien. Porque yo la llevé. La llevé cuando todavía creía que todo era juego, cuando sus pasos eran livianos y el mundo tenía menos esquinas oscuras.
Y ahora, ella avanza sola.
Con los brazos libres.
Y el corazón, por fin, propio.
Fotografía original en la que está basado el microrelato Quito - Ecuador
Fotografía: elcreadordenubes

Carlos L. Ríos
elecreadordenubes
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